México dispone de una rica veta de maestros de educación básica, real y potencialmente de primer nivel; muchos de ellos son cuadros técnicos del sector educativo federalizado y de los estados, otros se desempeñan como profesores en las instituciones formadoras y actualizadoras de docentes, o atienden sus labores de manera sobresaliente en escuelas de preescolar, primaria o secundaria; los más cumplen con su trabajo bien, aunque inercialmente, en buena medida debido a la falta de oportunidades para formarse y actualizarse a través de programas que contribuyan a consolidar su formación profesional.
Es de particular relevancia destacar que la mayoría de los profesores de educación básica de nuestro país, y particularmente de nuestro Estado -pese a sus innegables méritos y virtudes-, requieren de una oferta educativa adecuada a las exigencias formativas y de capacitación presentes, en el que economía y sociedad han sido estructuralmente sacudidas por el impacto de una revolución científico técnica que, entre otras cosas, ha impuesto un nuevo perfil al mercado laboral y, en consecuencia, a los oficios y a las profesiones.
Esta nueva realidad ha impelido a las autoridades nacionales a buscar la integración económica con otros países; empero, el panorama continúa siendo dramático para nuestro país, pues la economía y la capacidad productiva de un pueblo, difícilmente pueden encaminarse hacia los ciclos de estabilización ascendente si se carece de recursos humanos formados en las áreas estratégicas del conocimiento técnico y científico, en la cantidad y con la calidad requeridas por los modernizados sectores de la producción de nuestro tiempo.